En mi mente sigo viendo las muchas cosas que quería realizar cuando tenía quince años. Son pensamientos positivos y jóvenes que con el paso del tiempo he aprendido a apreciar como parte de mi vida, aún cuando algunos no los he realizado.
Escribir siempre ha sido una constante en mi vida; recuerdo los diarios y las muchas historias que escribí, pero que increíblemente nunca conservé.
Ahora que estoy terminando de traducir mi tercer romance (de cinco que he escrito en esos cuatro años) me parece un sueño mirar atrás y verme como una niña insegura e ingenua, esa misma que no sabía si algún día habría llegado a hacer algo concreto, eso que los grandes del mundo consideran el único modo de ganar la inmortalidad entre los humanos. Porque ser inmortal significa dejar una huella en la humanidad que nos recordará mucho tiempo después que dejamos atrás esta vida efímera.
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