El poder que la mente ejerce sobre nuestro subconsciente viene en general despreciado a la grande. Eso que no nos atrevemos a decir con los ojos abiertos viene evidenciado durante nuestros sueños por la maravillosa tecnología que hace funcionar la, poco conocida, mente.
Algunas veces sucede que no decimos, por temor o vergüenza, lo que en realidad deseamos que se manifieste en nuestra vida. La mente entonces se mete en función cuando cerramos los ojos y nos dejamos transportar en los brazos de morfeo; trabajando sin cesar nos regala la visión de una realización efímera de el deseo no expresado.
Ese sueño recurrente, esa sensación de realidad perturba y a la vez alegra nuestro despertar, casi como si se fueran materializado los pensamientos en los que navegabamos minutos antes.
Hoy me siento así, con ánimo y esperanza. Esta noche he palpado mis sueños más importantes: abrazar a mis hijas y no separarlas nunca más de mi lado.
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