
¡Felicidades a todos! Espero de corazón vuestras familias estén unidas en dicha, amor y felicidad sinceras.
Amor es el contraste involuntario entre razonamiento y pasión. Es un modo de ahogar la cordura y dejar de ejercer la propia autonomía para vagar en valía de la corriente en un mar en tormenta de sentimientos confusos hasta donde nuestro corazón se catapulta. Cuando nos golpea su influencia es casi imposible alejarnos sin sufrir abolladuras en la carrocería de nuestros delicados sentidos.
Porque amor no es lo que queremos sentir sino lo que sentimos sin querer.
La bendita paciencia, esa misma que nos impone la sociedad y la vida cuando nos pone delante rocas de tropiezo.
Se te pide ejercerla cuando alguien te bloquea la vía cuando más te urge llegar al trabajo al que ya sabes llegarás con minutos de retraso. Tienes paciencia cuando comiendo en el comedor uno de tus colegas se sienta a tu lado con un plato de pescado sin recordar que eres alérgica. Paciencia te pide el cielo cuando tu hija se lleva con los pies el cable que conecta el computador con un archivo sin grabar que te tomará al menos media hora reescribir.
La paciencia es un don, hoy para mí en definitiva lo es.
La Federal Trade Commission trata de imponer a Facebook un acuerdo en el que el famoso social network se comprometa a informar con anticipo a sus usuarios sobre posibles cambios en las políticas de privacidad de dicha empresa. Las acusaciones contra el multimillonario medio de comunicación social son basadas en el posible engaño del que son objetos los usuarios en cuanto al uso de los datos personales se refiere. El social network será obligado a someterse a controles periódicos de consejeros independientes por al menos 20 años.
Y decir que todavía existen personas que ciegamente dejan sus datos sensibles personales a disposición de supuestos amigos en Facebook.
Acabo de leer la empresa del canadiense Jean Beliveau, hoy con 56 años, quien el 18 agosto 2000 dejó atrás Montreal, al igual que a sus familiares y a amigos, para iniciar un recorrido - a pie y en solitaria - alrededor del mundo, el cual habría durado en total once años. Al final recorrió 75 mil kilómetros, atravesó 64 naciones y cambió 53 pares de zapatos. Se puede solo imaginar la alegría de la esposa de este hombre que después de una década se presenta a la puerta de la casa como si fuera solo ayer cuando la dejó. Esta fabulosa caminata, del tipo Forest Gump, ha sido premiada incluso por la Unesco.
Yo, por supuesto, como típica sedentaria que soy, elogio Jean desde la comodidad del sillón de mi casa.
Foto: Natacha Pisarenko; Artículo: Ansa.it
Es un bello día de otoño. Mirando por la ventana de mi apartamento en centro veo que el paisaje gris hace resaltar los tejados rojizos de las casas que me rodean. Es una pena que un momento así, inspirador de tantas de mis líneas y que hacen crecer a cada nuevo párrafo mi nuevo libro, venga arruinado por la experiencia negativa con la que se decía ser mi Agente Literaria. Hay poco que hacer cuando una persona llamándose sería se burla de ti de la manera más descarada y abierta que se pueda uno imaginar.
Amigos, les pido se cuiden de estos personajes que abundan en la red. Yo, no obstante tenía en la mano un contrato de representación firmado durante más de dos años, me encuentro con que mi manuscrito al final debía ser editado por la misma casa editorial fundada por esta profesional de las letras. Por supuesto, pagando.
No me parece justo que después de el arduo trabajo que conlleva crear, plasmar y parir personajes (mediocres, malos o buenos que sean) y esforzarse en narrar una historia que convence, no solo a parientes y amigos, te venga solicitada inversión económica mascarada de colaboración editorial, menos aún cuando sé, pues yo también navego en la red, los problemas que tiene esta editora con otros autores que se sienten estafados o traicionados, tal cual me siento yo ahora.
Me dio gusto ver que, una vez reclamados mis derechos, la respuesta de esta "Agente" fue la de cancelarme de sus amigos en Facebook. Gracias de todo corazón por evitarme la molestia y dejarme libre, no solo de crear, sino de encontrar un representante serio y honesto que me abra las puertas que tú, mi querida agente, me cerraste durante todo este tiempo.
Amigos, presten atención, os ruego. Esto sucede más frecuente de cuanto imaginan.
Besos y feliz domingo.