Suena como el titulo de un romanzo de Stephen King o una película de culto ideada por el famoso director de cine horror Dario Argento. Que pena que no lo es. Por el contrario, este sería el encabezado que se leería si se llevara a la pantalla el caso de los atroces homicidios de ocho recién nacidos franceses por manos de una mujer ya madre de otras dos hijas adultas.
Dominique Cottrez, es su nombre. Francesa, enfermiera de 47 años, residente en Villes-au-Tertre, en el norte del país, junto a su marido Peirre-Marrie Cottrez, a quien teme.
Es ese miedo que la impulsa a esconder la gravidez a parir en el secreto de su hogar y a enterrar los cuerpos inocentes en el jardín de la vivienda. Hasta que el secreto se descubre y la mujer, impotente, confiesa todo.
El infanticidio en sí mismo representa un horror espantoso por muchas razones. Una persona cualquiera, sin importar si tiene hijos o no, la condena al solo oír que se le mencione, por eso es triste cuando casos como estos salen al descubierto y nos agitan el corazón.
No entendemos las razones que impulsan a un ser humano a actuar con tan poca humanidad, aún conscientes que el infanticidio no es una práctica rara. En China, por ejemplo, la ley exige respetar la prohibición de tener más de un hijo. Imaginamos la suerte que corren los demás. Otro hecho clamoroso - siempre en China - ocurre cuando nacen hijas no deseadas.
Infanticidio legalizado, en conclusión.
Dominique Cottrez, es su nombre. Francesa, enfermiera de 47 años, residente en Villes-au-Tertre, en el norte del país, junto a su marido Peirre-Marrie Cottrez, a quien teme.
Es ese miedo que la impulsa a esconder la gravidez a parir en el secreto de su hogar y a enterrar los cuerpos inocentes en el jardín de la vivienda. Hasta que el secreto se descubre y la mujer, impotente, confiesa todo.
El infanticidio en sí mismo representa un horror espantoso por muchas razones. Una persona cualquiera, sin importar si tiene hijos o no, la condena al solo oír que se le mencione, por eso es triste cuando casos como estos salen al descubierto y nos agitan el corazón.
No entendemos las razones que impulsan a un ser humano a actuar con tan poca humanidad, aún conscientes que el infanticidio no es una práctica rara. En China, por ejemplo, la ley exige respetar la prohibición de tener más de un hijo. Imaginamos la suerte que corren los demás. Otro hecho clamoroso - siempre en China - ocurre cuando nacen hijas no deseadas.
Infanticidio legalizado, en conclusión.
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