Ver pasar nuestra vida delante en un segundo, como si fuera la proyección en cámara lenta de una película de los años cincuenta de esas a blanco y negro, nos puede suceder ante la visión de convertirnos en víctimas de un accidente de tráfico al cruzar la calle de casa.
En un segundo, la que era una bella jornada puede convertirse en el inicio de una de nuestras peores pesadillas si el conductor de un automóvil, una motocicleta o peor aún un camión no cede el paso como es su deber.
Para alguien que - como yo - nació y creció en un país latinoamericano le resulta absurdo ser víctima de este tipo de accidente. Así es, pues desde muy temprana edad fui adestrada en el difícil arte de atravesar la calle. Es posible que un ciudadano de oriente entenderá a lo que me refiero visto el parecido con nuestro, a veces caótico, sistema social.
Hace poco estuve por algo más de un año en Fuerteventura donde las leyes españolas son claras en cuanto al derecho del peatón. De más está expresarles mi sorpresa cuando descubrí que con solo poner un pie en el paso de cebra blanco los automóviles se detenían dándome la preferencia a veces incluso estando todavía en el lado contrario de la calle. Algo que nunca veré en Santo Domingo, de eso estoy segura.
Quizás en Italia - donde ahora vivo - están tratando de copiar el correcto método debido al elevado índice de incidentes de éste tipo en los que pierden la vida hasta madres con bebés en sus cochecitos.
No sé los demás pero yo seguiré confiando en el viejo truco dominicano de mirar a derecha y a izquierda y de ser necesario arriba y abajo( como decía en broma a mi sobrina cuando era pequeña); pues aferrarme a los viejos métodos hasta ahora me ha protegido. Dios quiera que siga siendo así.
En un segundo, la que era una bella jornada puede convertirse en el inicio de una de nuestras peores pesadillas si el conductor de un automóvil, una motocicleta o peor aún un camión no cede el paso como es su deber.
Para alguien que - como yo - nació y creció en un país latinoamericano le resulta absurdo ser víctima de este tipo de accidente. Así es, pues desde muy temprana edad fui adestrada en el difícil arte de atravesar la calle. Es posible que un ciudadano de oriente entenderá a lo que me refiero visto el parecido con nuestro, a veces caótico, sistema social.
Hace poco estuve por algo más de un año en Fuerteventura donde las leyes españolas son claras en cuanto al derecho del peatón. De más está expresarles mi sorpresa cuando descubrí que con solo poner un pie en el paso de cebra blanco los automóviles se detenían dándome la preferencia a veces incluso estando todavía en el lado contrario de la calle. Algo que nunca veré en Santo Domingo, de eso estoy segura.
Quizás en Italia - donde ahora vivo - están tratando de copiar el correcto método debido al elevado índice de incidentes de éste tipo en los que pierden la vida hasta madres con bebés en sus cochecitos.
No sé los demás pero yo seguiré confiando en el viejo truco dominicano de mirar a derecha y a izquierda y de ser necesario arriba y abajo( como decía en broma a mi sobrina cuando era pequeña); pues aferrarme a los viejos métodos hasta ahora me ha protegido. Dios quiera que siga siendo así.
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