50 años de liberación femenina ha dado sus frutos en cuanto a la apertura de la frontera profesional de muchas mujeres de la sociedad moderna. Un precio se ha pagado. La figura de la madre, presente en casa, esa que cuida en primera persona la familia y crece los hijos se ha perdido principalmente en los países industrializados donde el sueldo que produce la mujer es tan necesario como el del marido. Muchas veces esto sucede porque sin ese extra no se podrían pagar las facturas que tiempo atrás o no existían o no eran necesarias.
Es así, la vida es diferente. Muchas cosas son cambiadas. El nuevo siglo nos está regalando familias divididas, desintegradas o enfermas.
Por eso es que las mujeres que deciden quedarse en casa y hacerse cargo de los miembros de su familia desde el núcleo muchas veces se sienten más esposas y mujeres de esas que se deciden a salir a la calle a trabajar.
Pero las que se quedan en casa, ¿cómo son vistas por las que no lo hacen? ¿y por los demás miembros de la comunidad?
Respeto el punto de vista de las muchas que trabajan, pero no estoy de acuerdo con las que ven a las amas de casa como simples camareras, principalmente por que la mentalidad de los hombres es muy diferente de los años pasados, o al menos de los que su madurez psicológica les ha ayudado a dar un paso adelante con los tiempos.
Muchos hombres, que ya desde jóvenes han adquirido una independencia económica y han dejado el hogar materno, llegan mejor preparados al matrimonio y dan una mano a la mujer cuando en la vida les llega su momento de crear su propia familia.
Es mejor ponerse una mano en el corazón y razonar si estamos haciendo bien dejando crecer a nuestros hijos solos en casa - o sea sin la figura ni de la madre ni del padre - con solo la influencia de los medios televisivos o de los profesores en la escuela que hacen lo que pueden en las pocas horas que tienen a su disposición.
Todos los casos de crónica que vemos a diario deberían hacernos pensar que algo no funciona en la sociedad que estamos creando o en los fundamentos que estamos utilizando basados en el consumismo y en la importancia de la posición social.
Por eso es que las mujeres que deciden quedarse en casa y hacerse cargo de los miembros de su familia desde el núcleo muchas veces se sienten más esposas y mujeres de esas que se deciden a salir a la calle a trabajar.
Pero las que se quedan en casa, ¿cómo son vistas por las que no lo hacen? ¿y por los demás miembros de la comunidad?
Respeto el punto de vista de las muchas que trabajan, pero no estoy de acuerdo con las que ven a las amas de casa como simples camareras, principalmente por que la mentalidad de los hombres es muy diferente de los años pasados, o al menos de los que su madurez psicológica les ha ayudado a dar un paso adelante con los tiempos.
Muchos hombres, que ya desde jóvenes han adquirido una independencia económica y han dejado el hogar materno, llegan mejor preparados al matrimonio y dan una mano a la mujer cuando en la vida les llega su momento de crear su propia familia.
Es mejor ponerse una mano en el corazón y razonar si estamos haciendo bien dejando crecer a nuestros hijos solos en casa - o sea sin la figura ni de la madre ni del padre - con solo la influencia de los medios televisivos o de los profesores en la escuela que hacen lo que pueden en las pocas horas que tienen a su disposición.
Todos los casos de crónica que vemos a diario deberían hacernos pensar que algo no funciona en la sociedad que estamos creando o en los fundamentos que estamos utilizando basados en el consumismo y en la importancia de la posición social.
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